miércoles, 22 de noviembre de 2006

Puenting en Burgos

El pasado fin de semana he podido disfrutar de mi primera experiencia con el puenting. El sábado fue mi cumpleaños y desde luego la invitación a hacer puenting con unos colegas fue el mejor regalo. Nota: No confundir puenting con bungee jumping, que a este segundo se le suele llamar como al primero.

Todo empezó cuando el sábado recibí un mensaje de Iván (compañero de curro cuando trabajaba en Prigo en Burgos y un tío cojonudo) que decía que se convocaba a la práctica del puenting para el que se quisiera apuntar. Yo que llevo toda la vida buscando la ocasión para hacer puenting le llamé de inmediato y quedamos para la mañana siguiente.


Y así fué. Salimos pronto, sobre las 10:30 un par de coches llenos de personas y de perros hacia Pancorbo, un pueblo de Burgos. Allí nos esperaba ya el Barbo (compañero de estudios) con sus colegas porque habían estado durmiendo en unas cuevas por la zona y más gente que fué llegando con otros coches, yo la verdad es que no conocía más que a la mitad pero todos eran gente muy maja y me lo pasé genial.


Cuando llegamos y ví el peazo puente me entró de nuevo el canguelo que se me había pasado. Es un puente derruido por el que antes pasaba el tren. Ahora lo hace por otro que está junto a este.


Allí ya lo tenían todo montado y nada más llegar nosotros iban a hacer la primera prueba del sistema de cuerdas con una mochila llena de piedras atada al arnés. A la orden de todo el mundo a cubierto se realizó la prueba... y la prueba cayó a plomo contra el suelo acojonando a todo el personal presente. El nivel de canguelo creció desproporcionadamente porque yo ya estaba sobre el puente viendo la altura desde la que se había estrellado la mochila. Al poco tiempo se comprobó que la mochila había caído porque se había rasgado por el peso, pero nada que afectase a las cuerdas.


Algunos se habían traido una bota de vino para relajar los miedos antes de tirarse desde el puente.


Poco después del incidente de la mochila, el Barbo, que los tiene cuadraos (en algunas culturas esto significa que está como una puta cabra), quiso lanzarse el primero al vacío inaugurando el, a ratos lluvioso pero increíble, día de puenting.




Uno a uno fuimos pasando por la quilla entre un acojone del quince y los gritos de liberación de adrenalina cuando nos decidíamos a lanzarnos.

El Tano, uno de los jefes de la empresa donde trabajaba, se había apuntado a la experiencia y se había traído a su hijo, sangre de su sangre desde luego, porque pelotas no les faltaron ya que hicieron el salto de frente cuando todos lo estábamos haciendo de espaldas, cosa que acojona mil veces más porque das una voltereta cayendo a toda velocidad.




El peor momento es cuando te situas al borde del puente para que tensen las cuerdas y de ahí te sueltes. Como te lo pienses mucho o empieces a contar hasta tres para tirarte cada vez estarás más acojonado. Yo como fui de los últimos e iba viendo las reacciones de todos a la vez que veía la altura de la caída tuve que controlarme bastante para no rajarme cuando estuviera en la zona límite. Pero ya me había autoconvencido de que no podía dejar pasar una oportunidad como esta e irme sin tirarme asi que... me tiré


Fué increible, una de las mejores experiencias que he vivido y que recomiendo a todo el mundo que pueda practicarla, te quedas eufórico después de un salto. Yo desde luego a partir de ahora me apunto a todas las quedadas de puenting que organicen si estoy en la ciudad.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

Bailando por el mundo

Otra de esas historias que dan la vuelta al mundo por Internet es la de Matt Harding un tío que se ha hecho célebre por su particular bailecito, que a mi, que no tengo ni ritmo ni idea de baile, me parece super majete aunque sea tan ridículo, porque al tío se le ve esa cara de felicidad bailándolo que es contagiosa ^_^

Esta historia comienza cuando Matt estaba una noche cenando con su familia y le dió por bailar de una manera peculiar. A su tío le debió hacer mucha gracia y le dijo que allá donde fuese enseñase su estúpido baile. Matt le hizo caso y con el primer vídeo consiguió fama mundial (bueno, fama de la que da youtube claro), y a partir de entonces le patrocinaría los viajes por todo el mundo una marca de chicles.

Total, que el tío ahora viaja gratis por el mundo conociendo un montón de sitios y culturas mientras baila de felicidad. ¿Quién se apunta a un bailecito?

lunes, 6 de noviembre de 2006

Una historia preciosa, Free Hugs

De nuevo vía el blog de Camino del Exceso, en esta entrada, me entero de una noticia que había pasado por mis oídos varias veces pero nunca me había enterado a fondo de que iba el tema y la verdad es que me he emocionado al contemplarla. Seguro que os suena de algo Free Hugs (abrazos grátis), yo citaré textualmente la historia según se cuenta en Camino del exceso porque no podría contarlo mejor:

Juan Mann (seudónimo, viene a sonar como “One Man“, un hombre) sintió un gran momento de gloria después de un abrazo de una desconocida en una fiesta. Ese abrazo fue especial porque su vida se había vuelto bastante triste. “Sus mejores amigos están lejos, sus padres se han divorciado, ha roto con su prometida y su abuela está muy enferma.”

Después de esa experiencia, Juan Mann salió a la calle con un cartel para ofrecer abrazos gratis. Costó, pero a los quince minutos una abuela se le acercó y le dio el primer abrazo desinteresado. Poco después la gente se animó, hasta que Juan Mann tomó por costumbre todos los jueves salir a la calle para cumplir con dicha labor.

La bola se fue haciendo más grande, hasta que los periódicos se hicieron eco. Se hizo tan grande, que la policía decidió prohibir la exhibición de abrazos salvo pago de un seguro de 25 millones de dólares. Juan Mann no podía hacer frente a dicha suma y se puso a recoger firmas. Entregó nada más y nada menos que 10.000 firmas, suficientes para revocar la prohibición.

Uno de los “abrazados” fue un músico y cineasta llamado Shimon Moore, guitarrista y líder de los Sick Puppies, quien decidió hacer un documental sobre la vida de este peculiar personaje.

Más tarde, cuando la abuela de Juan Mann murió, Shimon Moore le dedicó este videoclip que montó con recortes de aquellas grabaciones y un genial tema de su banda, All the same.

Sencillamente, una historia preciosa.





Pero todo no ha quedado ahí. El fenómeno Free Hugs se ha extendido por ciudades de todo el mundo, entre ellas Madrid, aquí podéis ver otro precioso video de esta iniciativa en la ciudad.


Coca Cola & Mentos

Desde luego a estas alturas todo el mundo que navegue habitualmente por blogs o páginas como Youtube o Google Videos sabrá que mezclar Coca Cola con Mentos no es la opción más recomendable y menos para la gente que sufra de gases (aunque yo juraría que en cine más de una vez me he comido las dos cosas ?_?)...

... Pues bien, circulan infinidad de vídeos con experimentos mezclando Coca Cola y Mentos para crear geiseres caseros pero los tíos de EepyBird.com han ido lo más lejos que he visto con su "experimento 214", desde luego este es el video más impresionante que he visto en mucho tiempo y no sólo de este tema.

Tenéis que verlo, increíble!!!

Si un meteorito impactara en la Tierra...

Leo en el blog Camino del exceso un fragmento del libro Una breve historia de casi todo escrito por Bill Bryson en el que se describen los apocalipticos efectos que produciría el impacto de un meteorito contra nuestro planeta. La verdad es que es para agarrarse los machos :-S

Un asteroide o un cometa que viajase a velocidades cósmicas entraría en la atmósfera terrestre a tal velocidad que el aire no podría quitarse de en medio debajo de él y resultaría comprimido como en un bombín de bicicleta. Como sabe cualquiera que lo haya usado, el aire comprimido se calienta muy deprisa y la temperatura se elevaría debajo de él hasta llegar a unos 60.000 grados kelvin o diez veces la temperatura de la superficie del Sol. En ese instante de la llegada del meteorito a la atmosfera, todo lo que estuviese en su trayectoria (personas, casas, fábricas, coches) se arrugaría y se esfumaría como papel de celofán puesto al fuego.

Un segundo después de entrar en la atmósfera, el meteorito chocaría con la superficie terrestre. El meteorito propiamente dicho se evaporaría instantáneamente, pero la explosión haría estallar mil kilómetros cúbicos de roca, tierra y gases supercalentados. Todos los seres vivos en 250 Kilómetros a la redonda a los que no hubiese liquidado el calor generado por la entrada del meteorito en la atmósfera perecerían entonces con la explosión. Se produciría una onde de choque inicial que irradiaría hacia fuera y se lo llevaría todo por delante a una velocidad que sería casi la de la luz.

Para quienes estuviesen fuera de la zona inmediata de devastación, el primer anuncio de la catástrofe sería un fogonazo de luz cegadora (el más brillante que puedan haber visto ojos humanos), seguido de un instante a un minuto o dos después por una visión apocalíptica de majestuosidad inimaginable: una pared rodante de oscuridad que llegaría hasta el cielo y que llenaría todo el campo de visión desplazándose a miles de kilómetros por hora. Se aproximaría en un silencio hechizante, porque se movería mucho más deprisa que la velocidad del sonido. Cualquiera que estuviese en un edificio alto de Omaha o Des Moines, por ejemplo, y que mirase por casualidad en la dirección correcta, vería un desconcertante velo de agitación seguido de la inconsciencia instantánea.

Al cabo de unos minutos, en un área que abarcaría desde Denver a Detroit, incluyendo lo que habían sido Chicago, San Luis, Kansas City, las Ciudades Gemelas 8en suma, el Medio Oeste entero), caso todo lo que se alzase del suelo habría quedado aplanado o estaría ardiendo, y casi todos los seres vivos habrían muerto. A los que se hallasen a una distancia de hasta 1.500 kilómetros los derribaría y aplastaría o cortaría en rodajas una ventisca de proyectiles voladores. Después de esos 1.500 kilómetros iría disminuyendo gradualmente la devastación.

Pero eso no es más que la onda de choque inicial. Sólo se pueden hacer conjeturas sobre los daños relacionados, que serían sin duda contundentes y globales. El impacto desencadenaría casi con toda seguridad una serie de terremotos devastadores. Empezarían a retumbar y a vomitar los volcanes por todo el planeta. Surgirían maremotos que se lanzarían a arrasar las costas lejanas. Al cabo de una hora, una nube de oscuridad cubriría toda la Tierra y caerían por todas partes rocas ardientes y otros desechos, haciendo arder en llamas gran parte del planeta. Se ha calculado que al final del primer día habrían muerto al menos mil quinientos millones de personas. Las enormes perturbaciones que se producirían en la ionosfera destruirían en todas partes los sistemas de comunicación, con lo que los supervivientes no tendrían ni idea de lo que estaba pasando en otros lugares y no sabrían adónde ir. No importaría mucho. Como ha dicho un comentarista, huir significaría “elegir una muerte lenta en vez de una rápida. El número de víctimas variaría muy poco por cualquier tentativa plausible de reubicación, porque disminuiría universalmente la capacidad de la Tierra para sustentar vida”.

La cantidad de hollín y de ceniza flotante que producirían el impacto y los fuegos siguientes taparía el Sol sin duda durante varios meses, puede que durante varios años, lo que afectaría a los ciclos de crecimiento.